CRONICA / "Yo me llamo; tú te erizas"

Foto / Caracol TV

LUÍS FERNANDO CARDONA GUTIÉRREZ
RisaraldaHoy.com

El duelo fue entre la balada española y el vallenato colombiano.

Para muchos, una mascarada. Artistas anónimos en pos de un ideal representado en oro.

500 millones, como para soñar con lo inalcanzable.  Un musical sí, pero originado en el teatro que nació en Grecia y ha acompañado al hombre a lo largo de la historia de su civilización.

Se alza el telón, se apagan las luces y acude la emoción.  El público queda en silencio, la música empieza a tocar y aparece, seguida por los faros, la figura del imitador que se ha robado los corazones de la teleaudiencia….

La evocación de Niño Bravo me contiene la respiración, me aprieta el corazón con un nudo en la garganta y me hace rendir a sus pies, mientras yo permanezco  en la cama frente al televisor, hirviendo por dentro pese a la fría soledad de mi apartamento.

Ese paisa, encarnando al gigante español a quien un accidente automovilístico se llevó tempranamente para la eternidad ha ya 40 años, a cantarle a los dioses del Olímpo, derrotará en franca lid a Rafael Orozco, curiosamente otro astro de la música que hoy canta en la otra vida.

Atrás quedó nuestra paisana Shakira,  es decir Laurita Padilla,  hasta el final cargando sobre sus delicadas espaldas la  ilusión de los pereiranos, que la vimos “gatear” en el mundo del espectáculo al lado de su padre, Gerson Padilla.

La bella niña, y su padre, el hombre que del riesgoso mundo de la seguridad de los grandes personajes pasó al no menos complicado de la farándula local, ya es historia en su papel de Shakira, pero apenas comienza a recorrer el camino de la fama, iluminado por su nombre propio.

Fue tan rápido y abrupto que apenas las mujeres envidiosas de J.Lo., vieron partir, en medio de la pena y la gloria, al tan deseado Mark Antony.  Aunque Amparo Grisales no dejara de erizarse.

Los votos, la tecnología de la información y la comunicación y las luces de neón, enmarcaron un espectáculo nunca antes vivido en Colombia.

El ganador se llevó 500 millones de pesos, los finalistas cientos de contratos y el público una emoción que lleva al sobresalto pero que muy pronto, en una próxima temporada quizás, habremos olvidado, cuando un nuevo espectáculo irrumpa y un presentador grite a voz en cuello frente a la pantalla chica, bienvenidos a “Yo Me Llamo”.

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