OPINIÓN / Cumpleaños y Café


Con el arribo del Departamento a sus cuarenta y seis años de vida administrativa, es sano proponer algunas reflexiones sobre aspectos que tienen que ver con el futuro de Risaralda y cuyas secuelas en términos de acción - en muchos casos -, no serán practicables sin el concurso de todos los estamentos sociales, económicos y políticos del Departamento e incluso, sin que medien profundas reformas al Estado colombiano.

Café, por ejemplo.

En Risaralda hay 52 mil hectáreas sembradas de café, que se distribuyen entre 20 mil 200 cafeteros y la rubiácea representó el 61,6% de las exportaciones del departamento a noviembre de 2012. Eso quiere decir que el Departamento es cafetero y que lo seguirá siendo en el futuro.

La pregunta es: ¿Seguirá siendo cafetero en los términos en que lo ha sido hasta ahora y con las características que ameritaron considerar la forma de  vida de los cultivadores un patrimonio cultural de la humanidad?

La respuesta a ese interrogante se puede convertir en la visión a seguir en relación con ese tema: ¿Vamos a defender una cultura, una forma de relacionarse con el territorio, el medio ambiente y la comunidad propia de la actividad cafetera conocida hasta ahora; o vamos potenciar un buen negocio –el café lo es-, pero en los términos de un desarrollo económico que resiente cargar con el costo operativo y financiero del minifundio? Esa reflexión es importante para una región donde el 60,59% de los caficultores posee menos de una hectárea.

Si la apuesta es favorable a la tradición, creo que la lucha que adelantan los caficultores de todo el país, por precios de sustentación justos, tasas de cambio competitivas, moratorias en el pago de las obligaciones crediticias, prestamos baratos e insumos costeables; debería ser también la causa de todos los risaraldenses, incluyendo a sus gobernantes; y por supuesto, el Paisaje Cultural Cafetero, de verdad, tendría que ser uno de los paradigmas que orienten el tránsito de la comunidad risaraldense hacia el futuro.

En Risaralda hay camino adelantado en la medida en que el Plan de Desarrollo del Gobernador Carlos Alberto Botero, incorporó como una tarea primordial, consolidar la actividad cafetera durante el cuatrienio, en el entendido de que la misma es una de las líneas estratégicas sobre las cuales deberá sustentarse la competitividad del departamento en los ámbitos nacional y mundial. La Asamblea, por su parte, se declaró en alerta permanente, en defensa de los justos reclamos de los cafeteros y ha concurrido de manera institucional a las convocatorias hechas por el gremio.

Pero hay por hacer. Un espacio importante para refrendar el compromiso con la defensa de la cultura cafetera, será el que brinda la discusión y aprobación de los planes y esquemas de ordenamiento territorial en los municipios cafeteros. Asegurarnos de que la dimensión social, espacial, económica y cultural que rodea a la caficultura nuestra, se incorpore en esos importantes instrumentos de planeación es una tarea vital dentro del marco de la declaratoria del Paisaje Cultural Cafetero como patrimonio de la humanidad.

En general, creo que el Gobierno Nacional ha logrado impregnar a la opinión de su posición frente a la problemática cafetera, que  no es otra que abordarla como uno más de los tópicos de su agenda económica y uno de tantos en la lista de temas agrarios,  inveteradamente aplazada por el Estado colombiano. Mientras tanto, para una gran mayoría, la problemática del café es solo de los cafeteros.

Esa postura, que  es un error y es una injusticia, no puede ser la nuestra como conglomerado social, pues hemos sido testigos en forma cotidiana del impacto de la actividad cafetera en el devenir de la comarca. Estamos hablando de la defensa del pivote en que se apoya una manera de vivir, de apropiarse del territorio e interactuar con el medio ambiente; del pilar del día a día económico. No es simplemente un negocio que se mide con los fríos indicadores de los tecnócratas capitalinos.

Eso amerita una gran movilización. Eso necesita de los comerciantes, de los industriales, de la academia, de los políticos, de los burócratas, de las iglesias. De todos.

Pereira, jueves 31 de enero de 2013.

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