OPINIÓN / Acuerdo cafetero: Todos sí podemos


El paro cafetero, efectuado por varios miles de cafeteros en ejercicio de su derecho a la protesta, que concluyó el viernes pasado deja heridas, pero no tiene por qué dejar resentimientos.

Es un episodio, atípico sí, pero es uno más dentro de la vida de los cafeteros colombianos, que no puede poner en riesgo su unidad, ni su armonía, ni mucho menos, fragmentar la cohesión de su institucionalidad.


Los cafeteros tenemos por delante caminos difíciles por recorrer y muchos retos que debemos enfrentar. Con convicción creo que debemos hacerlo juntos, de manera solidaria, independiente, organizada y deliberante de tal forma que se logre “orientar, organizar, fomentar y regular la caficultura colombiana procurando el bienestar del caficultor a través de mecanismos de colaboración, participación y fomento de carácter económico, científico, tecnológico, industrial y comercial, buscando mantener el carácter de capital social y estratégico de la caficultura colombiana”. Expresado de una u otra manera, este propósito que considero común es lo que le ha permitido a los caficultores existir y progresar, en consenso y unidad.

No hay duda que la caficultura, al igual que la Federación y sus instituciones, viven difíciles momentos y que sin temor ni pausa, se debe revisar su norte. Debemos repensar su estrategia y redefinir, reorientar, ajustar y mejorar todo aquello que sea necesario para asegurar el bienestar de las familias y las zonas cafeteras en una Colombia dinámica y diferente, con una economía minera que debemos aprovechar de manera responsable e inteligente, de tal forma que cuando se agote, no deje sepultado para siempre el olor del café de Colombia. Es responsabilidad de todos darle apropiada utilización a las tierras de ladera de las tres cordilleras que atraviesan nuestra Colombia.

El acuerdo logrado entre productores y gobierno es en primer lugar sensato porque reconoce la dificultad por la que están pasando los productores, porque todos aportaron su grano y porque permite acomodar mejor las cargas. En segundo lugar, es efectivo porque alivia la dura situación que atraviesan los cafeteros por cuenta de la caída de la productividad, los precios internacionales y la tasa de cambio. Tercero, es objetivo porque reconoce que la protección del ingreso del productor cafetero no es un mecanismo exótico en el mundo. Cuarto, es constructivo porque genera espacios de reflexión serena, de aprendizaje y de oportunidades para trascender personal y colectivamente. En quinto lugar, es oportuno porque no afectó de manera significativa los compromisos con los clientes del Café de Colombia y conservó el prestigio del país como proveedor confiable en calidad, cantidad y cumplimiento. También es oportuno porque los nuevos recursos ayudan a los productores a mejorar la fertilización y a asegurar que el enorme esfuerzo hecho en renovación, que hoy permite presentar al mundo uno de los parques cafeteros más jóvenes y mejor preparados para enfrentar el cambio climático, no se pierda y poder afirmar, sin ambigüedades, que este es el año del despegue definitivo de la producción en el país en momentos que hay vientos poco favorables en otras latitudes donde se producen cafés arábigos similares al nuestro.

Por último el acuerdo es educativo porque entre otras lecciones nos recuerda que la caficultura colombiana, como en la bella metáfora, “aun no ha acabado de pasar” y que entre TODOS SI PODEMOS construir un futuro mejor para las nuevas generaciones porque todos coincidimos que el camino de la paz en Colombia, pasa por un cafetal.

Colofón

Las experiencias son para aprender de ellas y no para ignorarlas, y lo acaecido durante el paro cafetero nos ha permitido saber más de lo que piensan, sueñan y aspiran cada uno de las personas que han dedicado su vida al café. Ya no es la hora de buscar el ahogado río arriba, más bien busquemos nuevas vías para conquistar el futuro ahora que han sido fortalecidas gracias al paquete de medidas que nos permitirán continuar de nuevo en nuestro diario trasegar.

Expresado de una u otra manera, este propósito que considero común es lo que le ha permitido a los caficultores existir y progresar, en consenso, armonía y unidad durante tantos años de dificultades pero también de triunfos. Recordemos que es necesario aceptar y soportar las críticas con abnegación, sin olvidar digerirlas.

Cafeteros de Colombia: el alto en el camino ya ha quedado atrás. Nos queda mirar hacia adelante. Manos a la obra. Tenemos mucho por hacer y el país espera que con las nuevas herramientas que nos han sido otorgadas les demos lo mejor de nosotros mismos. No los podemos defraudar.

Luis Genaro Muñoz Ortega / Gerente Federación Nacional de Cafeteros

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