OPINIÓN / Colgando los muertos


El país está cansado de tanta movilización y tantas marchas insulsas sin objetivos claros. Sin respuestas contundentes.

Ni la salud saqueada, ni los abusos crecientes con muchas tarifas, ni los extremos de Colombia, logran  orden y autoridad. Todo se  va en discursos, como lo señala el diputado John Jairo Arias Henao.


Existe el lenguaje de las balas, del secuestro, del fuerte, del diente por diente.

El país entiende el lenguaje de los paros como una señal de crisis y de menos Estado. Ministros sin resolución y gobiernos territoriales maniatados, espumosos, sin brillo para atender con respuestas la crisis de lo local.

Por encima, el capital arrasa. El capitalismo socialista que irrumpe quiere quedar bien en medio del sánduche ciudadano. La minería es discurso mientras tambalea el paisaje cultural cafetero y mientras la deforestación aumenta. El discurso ambiental es  eso mientras los macro proyectos  energéticos disparan con aquello que prima el negocio –socio.

A las múltiples marchas le seguimos colgando muertos. La paz se arregla metiéndole política. Componiendo los desarreglos propios de estos países donde florece silvestre la violencia. La pobreza construida.

“Este país ha movilizado millones y millones de compatriotas y seguimos en medios de atentados, balas, minas antipersonas, emboscadas, masacres y lo mas triste le seguimos colgando muertos y muertos, de parte y parte, a la historia de Colombia”, recalca con firmeza  el fluido diálogo del diputado Arias, que conoce a fondo la barbarie de campos y ciudades. La inequidad creciente y las reglas ventajosas que fijan desde arriba los poderosos que ganan con cara y sello.

Por eso en vez de tanta marcha quiere trascender el diputado John Jairo Arias, invitando a “hacer las paces”. A juntar almas para evitar el desangre y la guerra que no cicatriza. Para calmar el ciclotímico ritmo de las desigualdades.

Su idea juega con la esperanza de la red: mensajes que finalmente puedan llegar a los diálogos de paz y sus integrantes en La Habana.

“Los invito a que les digamos en forma directa y sin intermediarios como lo facilitan las redes sociales, lo que esperamos de ellos, desde hoy propongo #hagamoslaspaces , advierte en su cometido.

Este John Jairo no se cansa de tender recetas y hacer propuestas hoy como político con credencial. De llegar combatiendo la zozobra, de mirar el rostro de muchos compatriotas azotados por el hambre, la ruina de sus hogares sin pan y la nostalgia que se engulle sin agua de panela. Por eso, se le ve en la tienda de campaña del paro cafetero, en los puestos y centros de salud intermedios como un pregonero de más humanidad en medio del mercurio y el esparadrapo, tomando café en tasa en la vereda y conversando con la gente elemental hastiada de la guerra, en cualquier vuelta de esquina. Acompañando al desvalido  a llevar la desgracia. 

Al risaraldense, al colombiano, que se mata en sus recodos y se pierde en el brillo urbano del metal fundido de muchos de sus dirigentes que juegan con sus intereses.

Colombia es un carbón hirviendo en cualquier esquina con nombre. Es un remedo   de democracia, donde pocos eligen al gobierno por el crecido descontento.

Gobierno de minorías que canjean tu libertad y te matan si hablas mal o te descuidas con sus ideas vaciadas en la crisis institucional.

#HAGAMOSLASPACES  para derrotar la guerra y sembrar la paz. Es una ruta a la cual debemos apuntarle.

1 comentario:

  1. No puede haber paz con hambre, injusticias, desigualdades sociales y desempleo. Los derechos no se imploran, se reclaman, se arrebatan. Los políticos deben entender esto:no es apoltronados a la mejor manera de burócratas, como se predica y se obtiene la paz y la prosperidad. Es en el barro donde se siente la humedad que invade de tristeza y desespero al corazón de los colombianos.

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