¿Te ha racionado el Padre el regalo de su Espíritu? ¿Tienes una porción o la plenitud del Espíritu Santo? En la lectura del Evangelio hoy, Jesús dice que el Padre no le racionó ("limitó") el Espíritu a él. ¿Qué tal a nosotros?Like us on Facebook
En nuestra primera lectura, Pedro dice que el Espíritu Santo ha sido otorgado a todos los que obedece al Padre. Tú y yo no obedecemos a Dios todo el tiempo como hizo Jesús. ¿Significa esto que el Padre nos da menos de su Espíritu que lo que le dio a Jesús?
Hazte esta pregunta: ¿Se ha limitado alguna vez el amor del Padre? ¿Puede el Padre amar a alguien parcialmente? ¡Claro que no! No hay tal cosa como "amor parcia". ¡El amor es el amor! Dios quien es amor totalmente y completamente te ama. ¿Entonces por qué parece ser que le dio a Jesús la plenitud del Espíritu pero sólo una porción a nosotros?
El Hijo permaneció completamente en contacto con el Padre y por lo tanto se abrió a recibir todo lo que el Padre quiso darle, escuchando todo lo que el padre le dijo, y haciendo todo lo que obro sobrenaturalmente por medio de él.
Cuándo nosotros fuimos bautizados a la vida de Cristo, el Padre nos dio su Espíritu completamente. El problema es que nosotros no estamos completamente en contacto con el Padre. Nuestras creencias, ideas materiales y ocupaciones nos distraen. Nuestros pecados construyen un dique que retienen las aguas del Espíritu.
Innumerables Santos experimentaron el poder del Espíritu en milagros asombrosos, porque ellos trabajaron duramente en romper las barreras entre este mundo y el cielo. Ellos trabajaron duramente en purgar todos los pecados y distracciones que los desconectaban de Dios. "Pero yo nunca seré TAN santo," señalamos nosotros. Nos damos por vencidos antes de haberlo intentado lo suficiente. Nos contentamos con el progreso que hemos hecho y nos sentamos muy cómodos quedándonos por el camino. Vemos que se acerca el trabajo pesado, y preferimos damos la vuelta en senderos que parecen agradables y fáciles. Follow us on Twitter
Así, llevamos vidas mediocres en vez de milagrosas. Los sueños grandes se convierten en fantasías en vez de realidades. Y en vez de hacer grandes logros que cambien el mundo, limitamos severamente nuestro potencial.
La prioridad más importante de nuestra vida debe ser el nutrir nuestra comunión con Dios. ¿Te importa lo suficiente tu desarrollo espiritual personal como para trabajar duramente por el? ¿Diariamente?
El Padre no es el que nos raciona el Espíritu Santo. Limitamos la extensión del efecto poderoso del Espíritu en nuestras vidas descuidándonos de centrarnos más completamente en Dios. Permitimos que las distracciones nos descentren. Permitimos que los pecados nos alejen más.
Observa las decisiones que tomas hoy (y todos los días) mientras te preguntas a ti mismo: ¿"Estoy escogiendo el camino de santidad? ¿Me estoy centrando en el amor que Dios tiene para mí"? ¡Cada momento!
Tomar las decisiones correctas -- las decisiones santas, amorosas y que nutren el alma-- inundará tu vida con el Espíritu de Dios.
Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Módica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html, registrada en el registro de propiedad literaria (c) 2012. Para obtener permiso para re enviar este o imprimirlo o copiarlo, vaya a Derechos de autor



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