La Madre Laura Montoya: La primera santa del Papa Francisco

El Papa Francisco presidió este domingo en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, la primera ceremonia de canonización de su pontificado, donde declaró santas a la madre María Laura Montoya Upegui y a la mexicana María Guadalupe García Zavala, ambas religiosas latinoamericanas del siglo XX.


A la ceremonia solemne en la emblemática Plaza de San Pedro asistió una delegación de Colombia, presidida por el presidente Juan Manuel Santos, quien rindió homenaje así a la primera santa de la historia en el país.


La madre Laura (1874-1949), fundadora de las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena, era una maestra de escuela, defensora de los indígenas y mística que llegó a enfrentarse con el mismo demonio, narra en su autobiografía.

El Vaticano reconoció oficialmente que intercedió en dos milagros:la curación de una mujer de 87 años enferma de cáncer de útero y la sanación inexplicable hace ocho años del médico Carlos Restrepo, lo que allanó el camino para su canonización.

La primera santa colombiana , declarada venerable en 1991 por Juan Pablo II, escribió más de siete libros y dedicó más de 50 años de su vida a ayudar a los colombianos que viven en la selva.

Fue una viajera incansable, una mujer valiente e intrépida para su tiempo, según su biografía oficial, tras recorrer las selvas de Colombia y expandir su comunidad religiosa hasta llegar a Venezuela y Ecuador , trabajando con los indios quichuas y poblaciones negras.

La enseñanza y el contacto con los más pobres la llevó a fundar en 1914 la congregación, que ahora está presente en 21 países de América Latina. África y Europa.

En 1939, el presidente Eduardo Santos, abuelo del actual presidente, la condecoró con la Cruz de Boyacá, la mayor distinción del país.

Curiosamente, la primera canonización del pontificado del primer pontífice de América Latina y primer jesuita, será para proclamar santas a dos religiosas de esa región, cuyo culto se extenderá así a todo el mundo.

El Papa argentino, que desde su elección en marzo rompe moldes, por su estilo directo y sencillo, es además un gran admirador de la figura femenina, al haber descubierto su fe justamente a través de su madre y su abuela, fervientes católicas.

Por su parte, la santa mexicana, la madre Lupita, nacida en 1878 y fallecida en 1963, fundadora de la congregación de las Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres, también dedicó su vida a los pobres y enfermos.

A la segunda santa mexicana, después de María de Jesus Sacamentado, le tocó vivir la persecución religiosa en México, durante la llamada ‘guerra cristera’ en el siglo pasado, que comenzó en 1911, pero se intensificó entre 1926 y 1929.

Considerada una santa desde su muerte, fue beatificada en 2004, tras haberle atribuido dos milagros, entre ellos la curación inexplicable para la ciencia del mexicano Abraham Arceo Higaresa, quien sufría una pancreatitis muy grave.

Gracias a su labor, sobre todo en hospitales, y como protectora de religiosos perseguidos, la congregación Siervas se fue expandiendo y ahora cuenta con 22 fundaciones en México, Perú, Grecia e Italia.
México cuenta en total con 30 santos, de los cuales 25 son mártires.

Además de las dos religiosas latinoamericanas, el Papa elevó a “la gloria de los altares” al humilde sastre italiano Antonio Primaldo y a sus 800 compañeros, martirizados por los musulmanes del Imperio Otomano durante su incursión en la pequeña ciudad italiana de Otranto, en la Apulia, el 29 de julio de 1480. Cruelmente decapitados por defender su amor a Jesucristo, Benedicto XVI aprobó en diciembre del 2012 el decreto con el cual se les reconocía un milagro gracias a la intercesión de ese grupo de mártires.

Dos meses después de inaugurado el pontificado, Francisco celebra una de las ceremonias más imponentes y emblemáticas para la Iglesia.

No se sabe si el pontífice jesuita, que desea una iglesia de “los pobres para los pobres”, seguirá el camino de uno de sus predecesores más populares, Juan Pablo II, considerado el mayor fabricante de santos de la historia de la Iglesia al haber canonizado a 482 personas en 27 años de papado. Respetando en cambio su tradicional rigor, el papa emérito Benedicto XVI proclamó sólo a 44 nuevos santos en casi ocho años de reinado.

El camino para llegar a santo es largo y complejo y no se excluye que Francisco santifique este año al carismático beato polaco Juan Pablo II, después de que en sus funerales en 2005 una multitud reclamara que fuera proclamado “santo subdito”, de inmediato.

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