OPINIÓN / Las grandes mafias del mundo

Que alrededor de todas las instituciones se crean grupos de poder, élites excluyentes es una verdad de Perogrullo.

No sólo en Colombia - país de mafias por excelencia- se vive este fenómeno (acá tenemos mafia de la papa, del tomate, de las ollas de droga, en la iglesia, del deporte, de la política y un largo etcétera), pues ésta  es un cáncer  mundial.

Por eso no es para extrañarse  que algunos periodistas descubrieran que en los paraísos fiscales del planeta los grandes señores  dominadores de la economía y la opinión en sus países tienen enormes sumas de dinero no declaradas, evitando así el pago de impuestos.

Tampoco nos debe causar sensación que haya salido a la luz pública, lo que siempre se ha sabido alrededor del fútbol :  que es una de las más grandes mafias del mundo, al lado de la iglesia, la milicia, los bancos, la monarquía  y la política.

La renuncia de Joao Havelange a  su posición honorifica en la FIFA  y de Nicolás Leoz a la CSF son apenas las consecuencias mínimas que debe tener ese oscuro mundo de privilegios, de pagos por otorgar sedes de campeonatos, de contratos de transmisión o de movilidad de jugadores.

Personajes esos  y otros más, intocables, en  todas las esferas del orden mundial son los que tratan por todos los medios de conservar un “status quo” que no los prive de acceder a los grandes negociados: Inventar  guerras para vender armas, crear caos para erigirse como los salvadores de la sociedad, crear ídolos con pies de barro para ofrecerlos como íconos …y de paso llenar sus bolsillos, agrandar sus cuentas bancarias y consolidar su poder, mientras que los ciudadanos de a pié sufren estoicamente conformándose con lo que sobra después de los pantagruélicos banquetes de los dueños del poder. 

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