Por: ISABEL VALLEJO JIMÉNEZ
lA PATRIA
Sumergirse en el mundo de la divinidad, del renacimiento, de los deseos,
del color, pero sobre todo en el del aleteo y la transformación, es
comenzar la visita al mariposario de Bonita Farm, en Dosquebradas
(Risaralda). Un bioparque temático y de sensibilización ambiental
cargado de sensaciones, texturas, sonidos y olores.
"Oídos despiertos", entona el biólogo y guía Juan Carlos Noreña Tobón,
mientras los visitantes se alistan para danzar con tángaras reales,
ninfas de los bosques, búhos, cebras o cualquiera de las 29 especies que
revolotean en un confortable espacio enmallado de 120 metros. Allí hay
suficientes plantas hospederas y zonas de alimentación para asegurarles
días y noches, preferiblemente de sol y clima templado. El frío las
apacigua.
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