OPINIÓN / Reforma política y equilibrio de poderes


 El tema más sonado de la semana en los pasillos del oráculo del Congreso de la Republica y quizás uno de los ejes más fuertes de la agenda tanto presidencial como legislativa es la reforma política y el equilibrio de poderes. Bien iba diciendo siempre el Presidente Santos por ahí de las tres locomotoras que deben ir separadas pero en armonía con los fines del Estado. 

Empero, recordemos que el termino no es novísimo para quien quiera arrogarse su autoría, ya un teórico de la ilustración como el Barón de Montesquiev había sentado las bases de un occidente agobiado del poder del Rey, el despotismo, el autoritarismo y la falta de controles y pesos que permitiera tanto a burgueses como al proletariado sentir confianza en sus mandatarios y ejercer de una u otra manera el poder soberano, a través de una figura llamada la tripartición de los poderes conocida como las ramas del poder público (la ejecutiva, la judicial y la legislativa). 

Después de todos los ríos de sangre que brotaron en Europa y de las tres grandes revoluciones, la Alemana en 1555, la inglesa en 1968 y la Francesa en 1979, empezó la era de la modernidad y con ellas autores como Hobbes, Lock, Kelsen, Niccolo Maquiavelo entre otros, empezaron a sentar las bases del concepto de Estado, siempre arraigados en principios aristócratas y de idealismo político, pues no podemos olvidar que dichas revoluciones no fueron hechuras de los pueblos, esas revoluciones fueron producto de las burguesías que se rodearon de pensadores brillantes para mantener su hegemonía política y liderazgo popular. Recordemos que al lado de Alejandro Magno estaba el Griego Aristóteles, al lado de los Medicci - Da Vinci, al lado de Napoleón - Emmanuel Sieyes, al lado de Nietzsche - Marx y aunque no creamos al lado de Hitler - Einsten. 

Santos con un gabinete 70% tecnócrata no quiere apartar sus cometidos reformatorios de su plan de gobierno y propuesta de campaña, rodearse de técnicos es plausible para la evolución de las ideas, pero la parte política es piedra angular en un Estado democrático de derecho. Hoy el Gobierno y el Congreso se juegan la carta más importante para el evolucionismo constitucional, el cual a través de su mano invisible y de forma perenne lo ha hecho la Corte Constitucional comprometiendo las esferas del órgano hacedor de leyes por antonomasia, so pretexto de la incompetencia del mismo para legislar los temas álgidos del país, en una clara intromisión de la separación de poderes con colaboración armónica. Uprimny titula este problema la dificultad contra mayoritaria, donde 9 Magistrados que no son elegidos popularmente, desplazan por medio de sus jurisprudencias a 268 congresistas elegidos legítimamente por el pueblo quien es en realidad el constituyente primario. 

El Estado no puede cambiar de manera ipso facta con el argumento de cada elección presidencial, no olvidemos que nuestra constitución es joven y debe ir evolucionando de acuerdo al momento histórico del país y a los cambios de la sociedad moderna en sus costumbres y en consonancia con la globalización del derecho. La no reelección de altos dignatarios, el voto obligatorio, la igualdad de los periodos constitucionales de Alcaldes, Gobernadores y Presidente de la Republica, la circunscripción de los Senadores, el derecho a los perdedores en elecciones presidenciales a hacerse una curul en el senado y su vicepresidente en la cámara, como a los Alcaldes en el Concejo Municipal y al Gobernador en la Asamblea, el Tribunal de Aforados para la investigación y Juzgamiento de los funcionarios con fuero constitucional desplazando a la comisión de absoluciones, perdón, de acusaciones de la cámara de representantes, ente otros temas, no deben desviar la legislatura de los asuntos de trascendencia social, educación, economía y sobre todo el fin último la paz. 

Insisto que nuestro sistema constitucional está bien diseñado siempre reculare que el afán de la reelección acabo con el equilibrio de poderes y volvió excesivamente poderosa la figura del presidente convirtiendo en su apéndice a instituciones tan bien elaboradas como el banco de la Republica, la Contraloría, la Procuraduría, algunas Cortes y lo más importante de nuestra democracia, el Congreso de la Republica. No podemos ir al vaivén de las personas, sino del fortalecimiento institucional, no olvidemos que las personas pasan, pero las ideas y la institucionalidad persiste por el tiempo. 

CRISTIAN GUTIERREZ ALVAREZ 
Columnista 
Abogado 
Maestrando en Derecho Publico

No hay comentarios:

Publicar un comentario