OPINIÓN / ¿Listas o bandas?

Varios movimientos y partidos políticos, han “pintado” un esbozo, un asomo de las personas que integrarán sus listas para la Asamblea y los Concejos en Risaralda. Amén, que no se conocen los nombres que lo harán para las Juntas Administradoras Locales (se hacen elecciones en 5 municipios) que les “colgaron” a las elecciones para `jalar` votos. 

Muchos son líderes de estómago abultado, coptados por simplezas electorales. Son vajilla en donde sirven el detritus, las sobras, los residuos, pedazos de política de líderes que poco piensan en el barrio o sus comunas. Son apéndices de una política barata, de canje. Se meten – muchos de ellos – por sustento. Por sobrevivir a esa gula electoral que devora sus voluntades.

Muchos de ellos preparan los llamados plan B que no son más que un disfraz o listas para captar votos dentro de un carrusel electoral. Para capturar rentas ambulantes.

El torneo electoral es una ruidosa piñata. En vez de mejorar, vamos a empeorar. Claro que existen excepciones – como los hay en cada Corporación- de destacadas figuras que cumplen bien sus funciones en esta tarada democracia representativa. Mal haríamos en no resaltar el esfuerzo de esas minorías que brillan y discrepan, argumentar y refutan. Que aportan sin quebrar la voz o que gobiernan por no encargo desde sus curules.

Nada bueno podemos esperar sino hay una recomposición de nombres y se establecen filtros propios del resorte moral y de los quebrados caminos éticos, que aun le quedan a la transgredida política.

Los llamados gremios le huyen a la política. Siguen en el confort. Líderes notorios – de los llamados de opinión – siguen resguardados en sus torres. 

Nombres para recuperar confianza y credibilidad siguen en el entredicho, esperando en solitario el amase de sus fortunas.

Pereira como vamos es un cosquilleo a la política de coctel que impulsan en privado.

Pero lo que se ve, es retroceso. Vagabundería. Deplorable, por no decir lo menos. Revisen ciertos nombres en Dosquebradas, La Virginia y la capital, como para no desafiar el fantasma que asusta en esta nueva refriega electoral. La lupa apenas es un instrumento para no elegir a los peores, como se pregona en muchos municipios. 

El activo político se deteriora. Va en retro, se desliza por un tobogán cada más pendiente de la vagabundería y del cambalache. Fórmulas exactas no hay para deshacerse de una plaga que nutre la cloaca política. Que se mimetiza para sumar pequeñas fortunas electorales en estampida. Muchos de ellos son teloneros para aumentar umbrales a sabiendas que solo sirven para inflar listas. Para ganar recursos extras o para prestar el nombre. Candidatos de relleno. Se va a observar en ciertos nombres femeninos – muchos de ellos, valga la claridad – traídos de los cabellos como un adorno pegado con alfileres para cumplir requisito.

Las listas se arman con recorte humano que producen rentabilidad electoral pero que poco le aportan desde su proactividad. De repensarnos desde lo local y proyectar el creciente deterioro de lo departamental. No podemos seguir inmersos en perversos acuerdos políticos con figuras que desde esas Corporaciones poco o nada le suman a los gobernantes que son elegidos en esa maratón electoral.

Esa segregación de las elecciones regionales de las legislativas, vía Constitución del 91, poco se han empeñado en fijar avances territoriales que agreguen plus a la calidad de vida. Cada vez, insisto, somos menos Estado. Somos una sumatoria de tierra a la buena de Dios.

O que decir, de alcaldes y gobernadores que saltan desde marzo de 1988 y 1991, en regiones donde hay que elegir al menos malo, con una torpeza brillante. Amos y dueños del feudo, en muchos casos. En varias localidades han logrado el milagro de descentralizar la corrupción. La institucionalidad se envilece.

Por lo que se ve, muchas de ellas, no parecen listas decentes, con rigor, sino bandas. De esas que se asoman en la triquiñuela electoral. Política de bazar.

Lo menos que se puede hacer es exigir decencia. Una participación activa y consciente. Un voto inteligente con los ojos bien abiertos. Hay tiempo para recuperar confianza y credibilidad ciudadana.

¿Será mucho pedirle a los dueños de la granja?

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