RAM
La Procuraduría General de la Nación radicó ante la Corte Suprema de Justicia una petición para que se declare como un delito de lesa humanidad el asesinato de Álvaro Gómez Hurtado.
Ya el expresidente Álvaro Uribe había realizado una petición al respecto. “¿Por qué su asesinato es un delito de lesa humanidad? Imprescriptible ante las normas jurídicas e imprescriptible ante la memoria de los colombianos. Lo que significó su mente clara y universal, y la comparación de las etapas finales de su periplo político con lo que hoy vive Colombia”, dijo en su momento el exmandatario.
De igual forma, la Procuraduría ya había interpuesto una tutela para que la Fiscalía se pronunciara de fondo y declarara crimen de lesa humanidad la muerte violenta de Álvaro Gómez Hurtado, tras no haber tenido respuesta del organismo investigador a una petición que en este sentido.
Algún notable político francés decía: “Busque el enemigo. Si lo encuentra, ¡ahí está la política!”. El pronunciamiento lo hizo el dirigente conservador Álvaro Gómez Hurtado poco antes de caer acribillado a balazos en el parqueadero de la Universidad Sergio Arboleda. Este como otros magnicidios, comenzando por el de Jorge Eliécer Gaitán, seguido por el de Luis Carlos Galán, y el de los líderes de la Unión Patriótica, sigue en la impunidad.
No se sabe, hasta ahora, si a Gómez Hurtado lo mataron hoy hace 15 años, por proponer el derrocamiento del régimen, por atacar el problema del narcotráfico, por cuestionar a la cúpula de las Fuerzas Armadas por haber claudicado frente a las guerrillas o por decir que “el Régimen no quiere extirpar la subversión”, porque “la necesita como un recurso para obtener facultades de mando, para conseguir financiaciones extraordinarias”.
“Las autoridades y las fuerzas armadas han claudicado frente al negocio de las guerrillas, que siguen secuestrando y cobrando “vacunas” y que le dictan al Gobierno las condiciones que debe mantener para que ellos sigan usufructuando la impunidad”, dijo en esa oportunidad para añadir:
“Es el mando militar que ha desprestigiado al Ejército, que ha demostrado una impotencia ocasionada por la política gubernamental de transar la ley, de pactar con los subversivos. Y ese mando militar incompetente incluye al Presidente de la República, quien a su vez es un prisionero del Régimen que usufructúa las inconsistencias del derecho y obtiene ganancia indebida de la negociabilidad de la ley.
También precisó: Debe adoptarse una política de paz, que hoy no la hay. Las autoridades y las fuerzas armadas han claudicado frente al negocio de las guerrillas, que siguen secuestrando y cobrando “vacunas” y que le dictan al Gobierno las condiciones que debe mantener para que ellos sigan usufructuando la impunidad. Los últimos episodios, y el tono altisonante asumido por los capos bandoleros, también le han hecho perder la dignidad a las autoridades. Y esa dignidad no sólo pertenece al Gobierno, sino a todos los colombianos, que tienen, por lo mismo, derecho a reclamar.
Igualmente señaló: “Es indispensable evitar que, después de cada emboscada, los representantes del Gobierno se precipiten a declarar que nada ha pasado y que están dispuestos a seguir tratando a los criminales como delincuentes políticos. Es urgente dejar sin funciones al Alto Comisionado para la Paz, cuya actuación tiene un significado desmoralizador para las Fuerzas Armadas y para la ciudadanía”.
Acabar con el régimen
No muchos colombianos entendieron en su momento a Gómez Hurtado cuando dijo en una conferencia en el Centro de Estudios Colombianos:
“El enemigo de Colombia es el Régimen” y por ello convocó al país a combatirlo, al señalarlo “responsable de la decadencia y de la corrupción del país”.
Al efecto, Gómez Hurtado dijo: “No vale la pena acusar al Presidente o disolver el Congreso o zarandear a los jueces. Todo eso hay que hacerlo, pero dentro de un propósito nacional de terminar con el Régimen, para que las energías tradicionales de la política queden libres”.
Pero cuál era ese régimen del que hablaba Gómez Hurtado?
En sus propias palabras el Régimen “está integrado por diversos factores que operan en conjunto, en virtud de una red de compromisos de impunidad en torno al aprovechamiento de los gajes del Estado. El Régimen es más fuerte y más duradero que cada uno de sus componentes. Tiene una omnipotencia ilimitada, que proviene de su irresponsabilidad. Como no tiene jefe, ni personería, no se le puede pedir cuentas. Ejerce sobre la sociedad un dominio oscuro, denso, amorfo…”, puntualizó.
Nunca identificó personas como promotoras de ese régimen.
Solo dijo: “A ese Régimen que se ha instaurado en Colombia, imitando al que existe en México desde hace 66 años con el nombre de PRI pertenecen, con distintos grados de afiliación, el Congreso, los partidos políticos, la prensa oficialista, algunos grandes bloques económicos y sectores minoritarios de los sindicatos, de la Iglesia y de los gremios. Y, claro está, el Gobierno”.
En cuanto al otro tema álgido, el del narcotráfico, Gómez Hurtado habló sobre la necesidad de replantear la política antidroga con los Estados Unidos.
Al efecto advirtió:
“No sólo no está teniendo buen éxito, sino que las estadísticas oficiales suministradas por la Convención de Viena están demostrando que se halla al borde del fracaso: aumenta el consumo mundial, especialmente en los Estados Unidos; aumenta el valor global del formidable negocio del narcotráfico”.
Además señalo que “se ha establecido que la persecución de la droga se debe hacer preferentemente en su etapa final (es decir en los Estados unidos, que es donde adquiere su mayor valor agregado) y no en las siembras y en el comercio inicial de agricultores y “mulas”.
Igualmente precisó: “Se ha establecido también que el mayor número de drogadictos norteamericanos provienen de las drogas sintéticas que ellos mismos producen y no del consumo de la coca o de la amapola. Todo ello se desprende de los últimos documentos emanados por el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas”.
Gómez Hurtado hablo sobre una Colombia “vapuleada por la DEA por causa de una política de represión mal planteada, que las últimas estadísticas demuestran que es obsoleta” y subrayó que “el país necesita que el Gobierno haga un reclamo de trascendencia internacional, y que busque con estruendo un escenario donde existe la suficiente serenidad para valorar lo que está ocurriendo”.
“La opinión nacional –añadió — le exige al Gobierno que asuma una actitud que rescate la dignidad nacional, tan maltratada por la actitud defensiva que fue preciso asumir ante el ataque de los Estados Unidos.
En líneas generales, Gómez Hurtado planteó “el rescate de la dignidad colombiana”, con base en “la represión del bandolerismo, la restauración de la seguridad, la desnarcotización de las relaciones con Estados Unidos, la disminución valerosa de la cuantía del gasto público y una limpieza general de los sistemas del compromiso en la burocracia”.
Lo cierto es que sus palabras no han perdido actualidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario