OPINIÓN / “Temo por mi vida”: Contralor


La Contraloría de Pereira no era de bolsillo: era de relojera, chiquita, cerrada, estrecha, amiga de la delincuencia en muchos casos.

Muchos procesos se engavetaron por órdenes siniestras. Contralores amacizados con el delito que pedían “favores” a cambio de dádivas en billete. Hubo unos   Contralores  cínicos, sinvergüenzas, que tranzaron a cualquier hora del día. Que robaron hasta a sus propios subalternos. Hubo permisividad. Relajo moral. Promiscuidad.


La Contraloría era un penoso apéndice: el riñón de la corrupción. Pero que se puede esperar si esa  entidad de control, fue caja menor de muchos directorios y de muchos lujuriosos alcaldes, que ellos mismos pagan. Aprieta  y hunden el acelerador cuando quieren. Van al ritmo que le toquen… Son una máscara siniestra que asusta pero que no tenía dientes.

Muchas de esas Contralorías fueron concesión, Peaje. Grietas siniestras que como cicatrices le salieron a la corrupción en su expresión mayor. Que nunca diferenciaron que era eso de manejo transparente y adecuado uso de los recursos públicos.  Hoy hay Contralor, el ingeniero José Nelson Estrada Henao, que no se ha dejado acorralar de círculos de poder victoriosos.

Hoy se ha logrado rescatar y tiene un posicionamiento. No es mirada con desconfianza. Hay un contralor vociferante -en el mejor sentido de la palabra- que conoce los hilos del poder y los resquicios donde nace la corruptela.

Ha actuado, como se lo dijo recientemente al periodista Juan Alberto Rivera Gallego en un extenso reportaje en esta casa editorial, con “valentía, fortaleza y dignidad”. Hacía rato no existía un contralor digno, que sintiera vergüenza y se pusiera colorado. ¡Eran ventrílocuos del poder! Pajes, mandaderos de poderosos y siniestros personajes que hicieron en muchos  casos, refinadas cuevas de cómo burlarse de la justicia.
No se puede dejar solo al Contralor de Pereira: se requiere una sociedad organizada que respalde sus decisiones ante poderosas hienas. Que las apagadas Veedurías ciudadanas y redes sociales, no sigan desviando la mirada de la eficacia, efectividad y eficiencia de estos órganos de control. Por eso, estas entidades deben fortalecerse  corporativamente y ser dotadas de personal calificado, idóneo y decente. Que no se deje seducir ante “los presupuestos limitados y escasos” y ante sedes administrativas oscuras y siniestras, que más parecen antros.

Se necesita la denuncia. Mayor moralidad administrativa previniendo y atacando la corrupción en  tiempo real.

Se espera sí que no aplique sesgo alguno o beneficie por compadrazgos otras escalas del mal en las investigaciones que ha de iniciar y otras que surten sus tiempos. Se necesita un Contralor justo, ecuánime y equilibrado: que diga que encontró  con la docena de audiencias públicas, que los hallazgos con detrimento patrimonial, procesos penales,  disciplinarios y responsabilidad fiscal, no sean un exceso mediático.

De resto, no podemos dejar solo al Contralor. No es de extrañar que en el fondo él tema por su vida cuando se pisan callos.

 Pero hoy no es su miedo cuando la labor se cumple: el sabe que desde la oscuridad te matan.

2 comentarios:

  1. Ojala los periodistas y comunicadores de Risarlada tuvieran un comite de Etica para que las actuaciones de aquellos "profesionales de la comunicacion" que actúan como moralistas y eticos con sus plumas y escritos sean sancionados por recibir las coimas, dineros, regalos o puestos burocraticos en las entidades del estado o en las corporaciones públicas, como este personaje.
    En Risaralda se requiere de Comunicadores o Periodistas independientes con caracter, responsabilidad, seriedad y MORALIDAD. Aqui se habla de todo el mundo pero ninguno de esos periodista recuerda su hoja de vida donde en el pasado han tenido su mancha de la inmoralidad

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    1. Resulta mision imposible conseguir a un comunicador social objetivo, veraz, imparcial e independiente. Su labor depende de quien le paga o para quien trabaja. La MORAL no cuenta.

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