OPINIÓN / Dos noticias importantes 2a. parte


El mismo día que se publicó la primera parte de esta columna, en horas de la noche se informó que el Banco de la República bajó su tasa al 4,75%, como era lo deseable, aunque aún es un poco alta. Ahora esperamos que el Comercio y la Industria se reactiven y generen nuevas plazas de trabajo.

Lo prometido es deuda. Vamos con la segunda noticia: el nombramiento de nuevo Ministro de Hacienda, que recayó en el doctor Mauricio Cárdenas Santamaría, avezado profesional en el complejo campo de las ciencias económicas, fogueado en diferentes cargos públicos y privados y genuino representante de la clase plutocrática. Pero como la esperanza es lo último que se pierde, la conservamos con el anhelo de que en verdad contribuya eficazmente a implantar la pregonada “Prosperidad para todos”.


Creemos que el de Ministro de Hacienda es el cargo más difícil de entre los otros 15 que conforman el Gabinete del actual Gobierno. Pero para quien asume ahora, es mucho mayor el grado de complejidad, dificultad y responsabilidad. Tiene que actuar con toda su capacidad de sindéresis, pues  “el palo no está para cucharas”, como popularmente se dice; y después del mal que al Gobierno le causó la pretendida reforma a la Justicia, el presidente Santos no puede darse el lujo de seguir descendiendo en el índice de prestigio y menos si pretende su reelección. Ahí es donde se fundamenta nuestra esperanza que ojalá no se diluya en las expectativas de la exploración de posibilidades para el logro de la tan ansiada como necesaria paz.

Todos los Ministerios tienen cordón umbilical con el de Hacienda, pues este es quien de acuerdo con Planeación Nacional a través de sus CONPES, suministra los recursos económicos para la ejecución de los programas. Pero ¿de dónde provienen los dineros que el Ministerio de Hacienda maneja? Veamos.

En síntesis, tres fuentes alimentan el caudal presupuestal: Empréstitos (internos y externos), rentas originadas en las empresas estatales, y, en esencia, los Impuestos; de una vez digámoslo: con estos últimos es como se pagan los primeros. A los impuestos se les ha dado diferentes denominaciones para hacerlos más sutiles y menguar un poco la percepción de estar regidos por un Estado altamente alcabalero. Por ejemplo el peaje no es más que un impuesto por transitar una vía en malas condiciones, aunque -excepcionalmente- hay algunas en buen estado de conservación. Los aranceles son otros impuestos, burlados por el contrabando.

Generalmente, al menos en el ámbito capitalista, se ha aceptado que a través de los IMPUESTOS es como mejor se puede hacer la redistribución de ingresos en una nación. En teoría, el IMPUESTO es una clara expresión de solidaridad humana, lamentablemente no espontánea, añadimos nosotros. Y decimos esto porque bajo la sombra de la denominada Responsabilidad Social Empresarial, muchos dan para recibir, esto es, hacen donaciones para causas sociales, no precisamente con inspiración filantrópica sino de descontar impuestos, además de la publicidad que se dan sus empresas.

El reto del Ministro Cárdenas es, a través de la DIAN, velar porque quienes están en la obligación de contribuir  lo hagan oportunamente y en la cantidad debida. No es justo que continúe las elevadas tasas de evasión con la complicidad o impotencia del Estado. Unos evaden porque no declaran; otros porque no declaran sus rentas y patrimonio reales; y otros porque no pagan los impuestos. 

Existen varias prebendas que favorecen a capitales extranjeros, especialmente aquellos denominados “golondrinas”, que vienen y se van raudos, dejando únicamente sus cuitas (nos referimos a las de las aves), pues la mayor parte de las utilidades engrosan los caudales en el país matriz, burlando muchas veces los derechos laborales de sus trabajadores.

La Retención en la Fuente es otro impuesto a la renta cobrado por anticipado y sin la seguridad de que realmente se cause. Hemos recibido varios correos en los que se nos anuncia el propósito del Gobierno Nacional de aplicar dicho impuesto a todos, absolutamente a todos los asalariados en nuestra patria. Y que la tasa mínima será del 11%. ¡QUE HORROR! Veamos el caso de un trabajador que devengue $1 millón como salario mensual. Estando activo se le descuenta $ 40 mil por salud y otro tanto para pensión; esto es, el 8%, por lo que recibiría $920 mil por mes. Y si se le aplica el 11% de retención, serían $110.000 menos, recibiendo $820 mil pesos nada más. 

Ese trabajador se jubila y se le liquida con el 75%: su mesada será de 750 mil pesitos. Y debe asumir la totalidad del pago por salud a una EPS, que es el 12%, lo que equivale a $90 mil mensuales. Hasta acá recibiría $660 mil como mesada; y al aplicarle el 11%, $82.500, recibirá $577.500 mensuales; con el agravante que su mesada se reajusta anualmente con el IPC y NO con el porcentaje del salario mínimo.

Es evidente que esto no es redistribución de la carga impositiva, sino un descarado gravamen para las clases trabajadoras que devenguen salarios paupérrimos. Ojalá el nuevo Ministro desista de este entuerto en la anunciada reforma tributaria; y si el Gobierno insiste en esto, que el maltrecho Congreso no apruebe tal esperpento, como tampoco la pretensión de que TODOS tengamos que presentar la engorrosa Declaración de Renta y Patrimonio.

El nuevo Ministro llega del Ministerio de Minas y Petróleo. Por tanto conoce muy bien los intríngulis de la estructura de los precios de los combustibles esenciales: gasolinas, ACPM, y gas domiciliario y vehicular, afectados por una enorme cantidad de impuestos, agravados por otros llamados sobretasas, que afectan significativamente el bolsillo de los colombianos. Y esto nos duele mucho más, por saber que Micolombia es un país productor de petróleo; y día tras día el Gobierno se escuda en los precios internacionales. ¿Otro mico?

Si se desiste de aplicar la Retención en la Fuente a los ingresos menores de cinco salarios mínimos; si se combate efectivamente la evasión impositiva; si no se obliga a declarar renta y patrimonio a quienes están por debajo de los niveles vigentes; y si se revisa la estructura del precio de los combustibles básicos, adoptando unos justos; nos damos por bien servidos. De lo contrario, advertidos estamos y será el Pueblo, así con mayúscula por el respeto que se tenemos como constituye primario, quien tiene la palabra. Y nos gustará escucharla en su oportunidad, pero ojalá no sea necesario. 

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