Lástima que ni la Administración Municipal en la exposición de motivos ni el Concejo en el texto del citado Acuerdo, señalen a la ciudadanía: a) Cuánta área se incorpora al perímetro urbano; b) Si SERVICIUDAD está en capacidad de ampliar el perímetro sanitario, como lo dispone la ley: “el perímetro urbano no debe ser mayor al perímetro sanitario”; y c) Cómo se va a manejar lo relacionado con la PLUSVALÍA que genera éste cambio de uso de los suelos que se incorporan al perímetro urbano. Ojalá que la Secretaría de Planeación nos haga tan importante aporte.
LAS CURADURÍAS URBANAS.
Bajo la bandera de la descentralización por colaboración de particulares, impulsada por la Constitución de 1991, el Gobierno Nacional mediante decreto 2150 de 1995 delegó en las Curadurías Urbanas funciones que históricamente venían ejerciendo los órganos de planeación municipales o distritales.
Abrigamos entonces la esperanza que las Curadurías Urbanas armonizaran los intereses de los propietarios individuales y de urbanizadores, con el tipo de construcción en relación con el POT, esto es que prime el interés colectivo sobre el particular.
Ha pasado suficiente tiempo para su evaluación. Y a fe que “no pasan el examen”. La actividad a la que -fundamentalmente- se dedican las Curadurías, por lucrativa, es la de otorgar licencias de construcción. Pero se sigue construyendo sin observar las normas urbanísticas como, por ejemplo, el retiro del cauce de los ríos y quebradas; en zonas de alto riesgo, etc.
En resumen: las Curadurías Urbanas sólo han logrado encarecer los procesos de construcción y no de regularlos conforme a las disposiciones municipales y nacionales sobre la materia. Cualquier construcción o modificación de vivienda, cuesta un dineral, como coloquialmente decimos. El dinero se va en trámites y nos quedamos sin con qué realizar la obra.
Así las cosas, las Curadurías Urbanas son embelecos que están empobreciendo más a los pobres y enriqueciendo a uno que otro arquitecto o ingeniero que funja como Curador. Por lo tanto creemos que las Curadurías deben desaparecer o, al menos, aplicarles una reingeniería que las haga verdaderamente funcionales y menos onerosas.
ASISTENCIALISMO.
Por convicción no hemos sido partidarios del paternalismo o del asistencialismo. Desde temprana edad aprendimos aquel indiscutible proverbio chino “dale un pescado a un hombre y comerá un día; enséñale a pescar y comerá todos los días.”
Pero desde que en la Constitución del 91 se declaró que “Colombia es un Estado social de derecho” -hacemos énfasis en el término SOCIAL- el asistencialismo ha crecido inusitadamente, tanto que mucha gente prefiere estas prebendas a trabajar. Ha resultado todo un apoyo a la pereza. Y decían los abuelos que la pereza es la madre de muchos vicios. Y hay quienes reaccionan diciendo que “madre es madre y hay que respetarla”.
Claro está que muchas personas requieren de esta beneficencia. Y por tanto hay que ayudarlas. Brindarles el apoyo del Estado. Es un imperativo social. Pero ¡cuidado!, no se puede generalizar. Por ello, un primer y fundamental paso, es acertar en la selección de los beneficiarios de ese asistencialismo, que debe leerse: mercados, familias en acción, etc. Hay muchos “avivatos” que pescan en río revuelto, mientras otros, humildes y verdaderamente necesitados, que no saben nadar en las turbulentas aguas de la politiquería, se ahogan de sed y mueren de inanición.
Un segundo paso muy importante es poder medir el impacto en el desarrollo físico, y si se quiere intelectual, de ese asistencialismo. Por ejemplo: peso, talla, niveles de desnutrición, coeficiente intelectual. ¿Se hace esto? Ojalá esto no se mida sólo en resultados electorales.
Un tercer paso es la duración de ese asistencialismo. Salvo casos muy especiales, como incapacidad física o mental permanente para laborar de quienes soportan el peso de manutención de la familia, la duración no debe ser indefinida. Hay que señalar un tiempo prudencial, porque siempre habrá otras muchas personas esperando la oportunidad de recibir tal beneficio, pues entendemos que los recursos para estos menesteres no son ilimitados.
Y, finalmente, por lo que acabamos de señalar, no debe descuidarse la inclusión de esas personas en procesos productivos. Si los beneficiarios saben que el asistencialismo termina en determinado tiempo, muy seguramente se preocuparan por generar ingresos para su familia, creando sus propios mecanismos para lograrlos o buscando otras actividades remunerativas.
Lo anterior equivale a decir: DARLES EL PESCADO MIENTRAS SE LES ENSEÑA A PESCAR.
COLETILLA.
¡Qué bien! Rápidamente se corrigió el gazapo en un reciente titular, porque AGUA QUE NO HAS DE BEBER, HAZ QUE CORRA.
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