El mito de la ficción supera la realidad, es cierto. Se da silvestre. Lo acabamos de ver en Pereira, cuando poderosas manos resbalan su gula financiera para devorar espacio público y crear caos. La ciudad les interesa por metros cuadrados y rodando. Su visión no va más allá de una registradora.
No se explica el ciudadano como se “toman” la 7ª con la estridencia o el ropaje de “vendedores informales”. Su objetivo, es volverse a tomar el centro de la ciudad estacionando carretas, torpeando y sumando anarquía.
En la ciudad hay 3 mil vendedores. De los cuales 2.192 están censados. De ese número, 500 son “viejos”, carnetizados de vieja data. Otros 500 están sin registro y han aparecido en los dos o tres últimos años.
Ni que decir de los vendedores de minutos patrocinados por un buen número de firmas de telefonía móvil, que han llegado apiñados a las calles y carreras de esta Pereira querendona. Explotados por la ley del centavo y por el lucro de multinacionales cuyo vicio es vender de manera única.
Son 7 sindicatos: entre buenos y malos que abrazan el peso.
En esa lucha, también existen identificados 160 comerciantes formales que se pelean cuanto espacio exista y “perturbe” sus ventas. Sin vergüenza alguna así cancelen impuestos.
Unos y otros, les gusta firmar Pactos Cívicos pero se burlan de la auto regulación. Son expertos en la ley del embudo. Exprimir a la ciudad como una naranja.
Como Leyton Melquisedeth, existen otros “empresarios” que le debe una explicación a la ciudad sobre su proceder. Tienen su flota y las autoridades conocen bien sus andanzas.
Una cosa, dice la Constitución al definir el trabajo como un derecho concordante, es la supervivencia (asegura sus necesidades básicas) del vendedor informal en su lucha por un mínimo diario en la física calle y otra las que tienen “empleados” y “pelan” la ciudad. Ellos están usufructuando el bienestar colectivo.
Muchos de ellos, tienen padrinos políticos y de allí que como legiones son “entrenados” para la campaña electoral propia que se reparte en hordas partidistas. En el bazar electoral. Es otra forma de mover clientelas con “patrocinadores” mayores.
A las muchas acciones emprendidas por el Secretario de Gobierno, el doctor Juan Carlos Valencia, siempre hemos dicho que su trabajo no puede representar el esfuerzo de un Llanero Solitario enfrentado a una masa que forcejea contra poderosas maquinarias económicas.
Se están haciendo controles. Vean: en el 2011, 174 retenciones. En el 2012, 486 y este año van, 578 de las cuales 65 han sido carretas.
Claro, que se han invertidos otros dineros en el pasado que han creado dudas e irrespetado la confianza construida que le restan credibilidad a quienes con el plan de espacio público han brincado la decencia y asaltado la buena fe.
Este gobierno del alcalde Enrique Vásquez, ha desarrollado un plan de organización de ventas formales e informales que merece resaltarse.
El plan candado debe apoyarse y no puede ser el espaldar de un elector zarandeado por peticiones de movilidad asociada al espacio público por quienes no ven en la mesa de concertación, el brillo del voto.
En esa lucha no puede quedar solo el doctor Juan Carlos Valencia por la miopía de gremios y ciudadanía. El problema sigue siendo de todos.
¡Diálogo social sí pero vías de hecho No!
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