OPINIÓN / Carlos Botero: ¡un reloj suizo!

De todo pueden cuestionar al gobernador Carlos Alberto Botero, menos que es un mal administrador.

O,  que no quiere una forma distinta de activar un nuevo chip para Risaralda, de pensar diferente  y de crear nuevas estructuras mentales. O, que gobierna con el corazón sin ejercer una responsabilidad redonda y colectiva.

Al contrario: es un reloj suizo donde cada segundo está programado y eso molesta, genera bajos apasionamientos. Lo hemos visto administrando entre la espesa nebulosa de apartar a quienes no generen resultados. De allí, que es claro que se jugará un segundo tiempo moviendo fichas  claves para llegar a muchos rincones del departamento.  Lo hace sin recibir órdenes o pensando en el desgaste o las fracturas de poder. Manda. Ejerce autoridad no por encargo sino directa. Las órdenes se cumplen sin dudas, sin vacilaciones.

Por eso, cada paso lo tiene definido y eso no se hace con improvisación o con delegar en manos que no generen confianza. Es el conductor de un equipo donde  cada tuerca tiene su giro. Eso lo ha logrado con trabajo y gestión. Con sopesar las relaciones de poder de los actores sociales en juego.

A nadie le regalan eso, mucho menos que es suertudo o que no revisa indicadores sobre Risaralda como vamos en un nítido   referente ciudadano.

Digámoslo claro: un 74 por ciento histórico -85 de Allan Jara en el Meta - que es la calificación de percepción de imagen,  lo ubican en un buen momento cuando apenas los grandes  resultados de su gobierno asoman, le dan una alta favorabilidad entre el de a pie. Una tendencia creciente de músculo político y de administración con normas. Su gobierno es medible; un líder político con aceptación. Con él no se juega a las escondidas. 

Es una tendencia como lectura de un buen gobierno. Revisen el histórico. Gobierna en función de la gente y no en el efecto de sus amigos. 

El médico Botero no se deja retar por la mediocridad. Tiene ritmo de gobernante y eso genera confianza. De no quiebre del mandatario que impulsa medidas para mejorar el clima de su gobierno pese al repliegue subido de varios diputados que se pelean por tirillas de nómina. Y eso está bien.

Botero se reinventa. No es un hombre conforme sino que le gusta un equipo ganador. Exigente como el que más por cuenta no de la milimetría política sino que es un problema conceptual de calidad para conducir a Risaralda.

Como estratega tiene muchas claves, muchos enfoques,  así los costos políticos sean los platos rotos que se rompen en el arte del buen gobierno.

Hay problemas estructurales en Risaralda que merecen de buenos gobiernos. 

La crisis de las ciudades en Colombia, pasando por los POT, por el cumplimiento real de los planes de desarrollo ( los concejales ya es hora que se pongan serios con el tema) , el caos urbano, el microtráfico, el desbarajuste de la seguridad, el desgaste de la figura del gobierno elegido de manera popular, el creciente desempleo,  la inmovilidad social, necesita gerentes. 

Hay temores por los gobernantes que elegimos versus las dificultades a la que se enfrentan. La teoría tiene implicaciones delicadas en la práctica política.

Los municipios tienen grave cúmulo del gobierno centralista. Se vuelven inmanejables y cada vez la fatiga de la densificación por el uso de sus suelos, del negocio de falsos profetas del urbanismo, de oscuros empresarios que solo buscan dicha porción territorial como alcancía de sus negocios, no van en plan de administrar sino de la transacción  fundida en un foco creciente de intereses concentrados. Postrados entre caducos modelos económicos.

1.500 viviendas, 2.600 computadores , más tabletas, fibra óptica, inversiones por 9.600 millones para promover dos proyectos educativos  en las àreas de inglès, matemáticas y lenguaje, llegar a 30 mil familias con el programa crío, siembro, como y ahorro, recursos que llegan para mejorar vías terciarias (Alcalá –Pereira vista como un centro generador de desarrollo) , el renglón agrícola, Hospitales como el San Jorge y el Santa Mónica con superávit, gestión de grandes recursos para aplicar en diversos frentes, hacen que pensemos en  un gobierno con resultados. Una  relación estructural transversal. 

Todo esto ocurre, cuando el gobierno de Dosquebradas le mete un “raponazo” grave a los intereses de Pereira. Y, si se descuidan, el negocio se alarga con el predio  donde quedaba  la vieja represa. 

¿Nos podrán decir quien está detrás de la jugarreta que más parece de tahúres? 

No vamos a ser ingenuos en  fustigar al alcalde de Pereira, el doctor Enrique Vásquez. Simplemente, esperamos, que ciertos coequiperos suyos no se sigan creyendo el cuento que son  superiores a la confianza que les ha brindado para  seguir  defraudando a la ciudad. Es tiempo de exigirles hasta que la tuerca se reviente.

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