OPINIÓN/ SecuestrAutos S.A.


Mi amigo, el urólogo Jeremías, a eso de las nueve de la noche salió de la clínica donde recién había realizado una cirugía de próstata. Se dirigió en su carro a casa a descansar ya que ese día fue muy agitado, especialmente porque en la tarde se complicó el estado de salud de uno de sus pacientes.

Cerca de su casa, como a siete cuadras, se acordó de comprar un encargo que le hizo Jimena, su hija mayor, de materia prima que requería para realizar una tarea del colegio. Estacionó su automóvil al frente de la primera papelería que encontró en su recorrido; prendió las estacionarias; y confiado bajó de él, ingresó al establecimiento, hizo el pedido, canceló y salió.

Su bonito automóvil ya no estaba donde lo dejó. Ninguno de los vendedores ambulantes que por esa acera pululan, dijo haber visto algo sospechoso. Ni siquiera que la grúa del Instituto de Tránsito se hubiera llevado el auto, posibilidad que acarició mi amigo, antes de aceptar ser víctima de un robo.

El doctor Jeremías desconcertado, atónito, no lograba sobreponerse al hecho del robo de su carro nuevo. Pensaba, pero no le alumbraba el “bombillito”, no tenía idea de cómo proceder. Luego de reflexionar, rascándose la cabeza con las uñas, decidió ir primero a su casa y allí, en consenso con su esposa, Magnolia, abogada ella, decidir cómo actuar.

Con cara triste, desencajada, entró a su casa y, ante tan tétrico aspecto, su esposa le preguntó: “¿qué te pasa mi amor que estás como abatido? Entonces le soltó la noticia: “Me robaron el carro hace algunos minutos. ¡No sé qué hacer!” En ese preciso momento sonó el teléfono fijo; contestó Magnolia e hizo pasar a Jeremías porque era a él a quien solicitaba el que llamó.

“Doctor Jeremías, creemos que debe estar preocupado por lo de su vehículo (a continuación dio detalles de él: números de placas, motor y chasis; marca; modelo; color; y del contenido en su interior: una computadora portátil, un estetoscopio y un batín); pero no se preocupe más. Nosotros lo tenemos y lo vamos a cuidar muy bien. Si usted quiere recuperarlo debe pagar, antes de diez días, el valor de su rescate que es del 10% del asignado en la Revista Motor a los vehículos de las características del que usted tenía. ¿Acepta?”

“Espere un momento -acotó el doctor Jeremías- ¿cómo sé que no se trata de una estafa, sabedor usted del robo que sufrí hace un rato?” - “Tranquilo, doctor, la empresa se llama SecuestrAutos S.A. Puede confiar en nosotros; es una Sociedad Anónima, bien anónima. Es una Empresa seria y prestigiosa” – “¿Cómo así, dijo el médico, que se trata de una empresa seria?” – “Sí doctor, tenga la seguridad de ello. ¿Va a pagar el rescate?” – “Bueno, tocará, balbuceó el Urólogo, pero ¡explíqueme cómo es el asunto!”

“Oiga, doctor, su carro está avaluado en $55 millones; o sea que debe pagarnos cinco millones y medio. Esa suma debe llevárnosla en efectivo a la siguiente dirección (la da detalladamente e incluye dos números telefónicos). Una cosa debe quedarle claro: sabemos que su consultorio queda en el piso 5 del Edifico “X”; que atiende a sus pacientes en el quirófano y sala de cuidados intensivos de la Clínica “Y”; que su señora madre vive en Medellín en esta dirección (y la señala); que su hija Jimena estudia en el Liceo “Z” y Jorgito, su hijo menor, estudia en el colegio “W”; y que su señora, la doctora Magnolia, trabaja en la DIAN. Como verá sabemos todo esto y mucho más. Así que si usted informa de esta situación a las autoridades correspondientes, cualquiera de estos familiares suyos, o usted, puede sufrir un “accidente” o una desgracia. ¡Mucho cuidado! Ah! Y recuerde que el pago debe hacerlo dentro de, máximo, diez días. Después el vehículo puede ser “deshuesado” y sus partes vendidas como repuestos, lo que para la Empresa es mejor negocio. Si no tiene el dinero ahora, tramite un préstamo en el banco “BJC”, donde tiene su cuenta corriente y dos tarjetas de crédito. Allí se lo aprueban en cuestión de horas. Queda notificado, doctor, de todo. Así que lo esperamos.”

El doctor Jeremías consiguió los $5,5 millones, y de manera furtiva, cerciorándose de que nadie lo siguiera, se dirigió a la dirección dada para realizar el “negocio”. ¡Vaya sorpresa! Se encontró con una céntrica y enorme casona, una bien organizada sala de espera y una diligente y amable recepcionista–secretaria, quien le dio la bienvenida, lo invitó a tomar asiento y le ofreció lo que deseara de: tinto, pintadito, agua aromática, brandy o whisky. Acto seguido le preguntó, no por su nombre, sino por las referencias de su vehículo y, de esta manera, localizó en la computadora todos los detalles relacionados con él. Luego del archivador extrajo una carpeta, la del automóvil de Jeremías.

Ella se disculpó porque el Gerente demoraría un poco en atenderlo dado que estaba adelantando “negocios” con otras dos víctimas. Claro, no dijo así, los llamó clientes. De pronto por el citófono se oye: “Margarita, que pase el siguiente”. Entonces ella le dice a Jeremías: “doctor tenga su carpeta y, por favor, siga”. Y el doctor Jeremías entra a Gerencia.

Cortés saludo de manos; y, como dijo el Dermatólogo, al grano. “Acá está el dinero, pero antes de entregarlo quiero ver mi carro”. Bajaron al sótano, bastante amplio por cierto. Había allí no menos de veinte carros pequeños. Su automóvil estaba bien lavado y “polichado” o, más castizo, pulido y brillado. Regresaron a Gerencia. El anfitrión contó el dinero y le informó que esa Empresa le otorgaba dos años de garantía, esto es que en los próximos dos años su automóvil no sería nuevamente “retenido” por “ellos”, según sus palabras. 

El Gerente se proponía a llamar por teléfono a los trabajadores de turno en el sótano para que entregaran el automóvil al doctor Jeremías, cuando -sorpresivamente- airado ingresó otro “cliente”, perseguido por Margarita que quería impedirle el paso, vociferando: ¡cuál seguro! Me volvieron a robar el carro, ¡bellacos! El gerente con pasmosa tranquilidad, le pidió calma y el número de placa del vehículo. Verificó en sus registros: efectivamente ese vehículo estaba en el sótano. A continuación hizo la llamada e impartió las siguientes instrucciones: “al doctor Jeremías entréguenle el automóvil de placas PYB-XXX quien ya pagó su “parqueo y mantenimiento”; y al otro señor entréguenle el de placas ABC-ZYQ, pues todavía le quedan 7,5 meses de garantía.”

CERTIFICO: que lo escrito anteriormente es ficticio. Pero al paso que vamos, pronto podrá ser realidad. O ¿cuántos SecuestrAutos ya estarán funcionando?

AVISO CLASIFICADO: A dama sola, soltera y sin hijos, se le arrienda alcoba con derecho a media cama. 

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