Escribí - recuerdo ahora - que los pactos obedecen más a odios y venganzas.
Para sacar del cuadrilátero a rivales de la política. Es válido. Esa es la sustancia que se destila entre barones electorales. Al pueblo nunca le toca, decía el escritor con sorna hace muchos años.
Política a tres bandas: efectos diversos en la tacada. Sumas y restas para consolidar paquetes clientelares.
Diversos actores en Risaralda, volvieron la política una carrera de velocidad sin relevos. Con una prisa sin medir tiempo ni consecuencias. El afán de llegar a una meta sin medios justificables. Pegar primero para noquear al enemigo con un pésimo cálculo. Porque todo se hizo afuera del tinglado. En ese desmedido afán sin freno, se llevaron por delante muchos actores que estaban en la vía.
Sin prisa, mijo, dijo alguien de la política. Hace rato que el propio Luis Carlos Galán recordaba que el ejercicio partidista se debe hacer con el freno y el acelerador. Con máquina de cambio.
En pleno debate en una citada rueda de prensa – está bien que se tome partido con las cartas abiertas- uno de las personas tomó la palabra para señalar – sin querer – queriendo – que a esa misma hora en Bogotá dos parlamentarios (Rivera – Patiño ) y el senador conservador (Merheg) estaban en Palacio de Nariño, pidiendo plata para el Matecaña a contrapelo de frenar la APP. El liberalismo siempre se ha opuesto a dicha decisión pero nunca dijo de manera pública nada sobre otras que han fundido la esperanza o el patrimonio con su pecaminosa alcahuetería. Hoy quieren dar cátedra de moral.
Nadie entiende, la postura del bloque conservador jugado todo a Zuluaga –Uribe (desconozco hoy qué piensa el Príncipe azul entre sus levitaciones perpetuas o al amparo de su esposa – candidata)
Pero la tapa del congolo, se repitió en una misma semana: la revisión con lupa de proyectos regionales a la sombra de Santos II, creó otras variables del bloque parlamentario “envenenado” donde los cables se cruzan y producen chispa.
Esta vez el senador Carlos Enrique Soto, la sacó del estadio. La empujó con Didier Burgos y el propio alcalde Vásquez, con las bases llenas. Agréguele a ese jonrón (del inglés home run) la experticia del gobernador Carlos Alberto Botero. ¡Tremendo cuadrangular! Llegaron los que eran.
Son tres presupuestos sumando y preocupados por lo que falta en lo que resta de sus gobiernos.
Para demostrar que el bloque parlamentario está “envenenado” – cada quien tirando línea en ese cuadrangular por su lado – los que estuvieron en la Casa de Nariño, ni siquiera asomaron las narices por el evento que analizó parte de la realidad regional. Agua, vías, vivienda, Aeropuerto Matecaña sin recursos, hicieron parte del inventario.
La partida completa fue de Soto – Burgos. Los dos gobernantes hicieron lo propio justificando con diversas iniciativas planes y plata para ajustar el desarrollo territorial.
Lo cierto es que al paso que va, cada quien tiene autonomía de vuelo: pero es difícil que se vuelvan a cuadrar para la foto cuando de por medio tiran restos para unas elecciones de mando local.
Todavía faltan candidatos sólidos para hacer saltar o “explotar” la política y para corroborar que no siempre por correr se llega primero. La hibridación, el Partido de los Personajes Siniestros – PPS- y el resurgir del “ébola” electoral agrupado en el PSP (Partido de Supervivencia Personal) cargan de otros contenidos el proceso. El cruce de caminos y de acuerdos es largo y complicado.
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