Hace
unos años un profesor de cátedra de periodismo internacional nos
recalcaba que cuando cubriéramos un evento, no escribiéramos más de 25
líneas, puesto que pocos lectores lo leerían, y más ahora con este
ritmo vertiginoso en el que todos los días cambian las comunicaciones
modernas.
Todos los días amanece una novedad,
una aplicación distinta, un extraño aparato que nos modifica el ritmo de
la vida en los medios de comunicación, por ello, después cuando viajé a
Cartagena y pude entrevistar una tarde sin sol, a Juan Gossaín y en
medio de este evento cultural, me dijo que en la radio lo que uno no
pueda contar en tres minutos sobra...Por eso la entrevista tendría que
ser siempre breve.
Hoy sigo desde la distancia y
sin cámara abierta de televisión y con la grabadora apagada, ese mismo
evento: "Hay Festival", pero cuando releo el rotativo La República, no
dejo de asombrarme de lo significa realizar semejante hazaña cultural
en Colombia.
El Hay Festival Cartagena tiene un
costo anual de $1.800 millones, pero este año valió $2.400 millones,
allí son invitadas 896 personalidades del mundo editorial, se han hecho
807 eventos, 30 conciertos, ha tenido 302.638 asistentes en las nueve
ediciones previas y 19.554 niños y niñas participaron en el "Hay
Festivalito" de las nueve ediciones anteriores.
Se
imaginan ustedes, entonces como la niñez, juventud y público adulto de
nuestro Caribe ha podido tener acceso a una cultura directa, con figuras
internacionales y nacionales de todas las artes, y quienes han
consumido $480 millones de pesos solo en la venta de boletas, y que el
sector privado ha donado $960 millones y el sector público un total de
$720 millones de pesos, entonces cuando hay voluntad todo absolutamente
todo se puede en este país.
Y que no tengamos
entonces que presenciar la cuesta de la cultura o el calvario regional
de un escritor persiguiendo a veces la quimera de publicar un libro de
poemas, o el director de teatro angustiado porque las boletas para su
espectáculo preparado con sacrificio y meses de anticipación, no
encuentre el eco necesario en la empresa privada o en el sector oficial,
o el guionista atormentado por su sueño de la película no realizada.
Del Caribe entonces nos llega un nuevo aire renovador de "Hay Festival" y un ejemplo de como la cultura si paga..
Pero y ¿.Quién diablos tendrá que aprender en nuestra Región Andina esta lección?...o Más bien quienes....?
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